Chamonix, reencuentro tórrido.

Cual ave migratoria que periódicamente viaja buscando un entorno más favorable, los escaladores solemos visitar con cierta periodicidad la meca del alpinismo: Chamonix.

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Chamonix es un megaemporio turístico vestido de flores y de un entorno natural inigualable. Chamonix ya no huele a queso, huele a pizza, a fondue; ha desaparecido el aroma de las flores y se agudiza el olor a cartier, a channel, a fibra de carbono. La historia ha pasado a un segundo plano: cómo se gestó la ciudad, qué elementos arquitectónicos destacables presenta, qué personajes de interés recorrieron sus calles. Nadie se hace esas preguntas ni nadie viaja allí con esos objetivos indagatorios. Chamonix destila consumo con mayúsculas. Consumir naturaleza es un concepto que tal vez a nosotros nos siga sonando un tanto estridente, pero que los franceses llevan ejerciendo desde tiempos pretéritos y de una forma totalmente intrínseca.

A sabiendas de todo esto, el canto de sirena siempre se impone y una vez más allí arribamos. Objetivos varios: Norte de los Drus, Espolón Frendo, Bonatti al Capucin, quizás Walker...

Soñar es gratis pero la realidad es más severa y generalmente se suele imponer. Las condiciones climáticas de extremo calor obligaban a cuestionarse muchas posibles actividades y nuestra propia preparación nos llevaron a conformarnos con: una retirada del Grand Capucin después de seis largos por falta de aclimatación (vía Po-éticomania-Bonatti/Ghigo) el 21 de julio, una retirada bajo tormenta y a cuatro largos de la cima en el Grand Charmoz (vía Pilar Cordier) el 24 de julio, ascenso al gendarme rojo o 3068 de la Aiguille du Peigne (vía Contamine/Labrunie/Vaucher) el 28 de julio.

Eso fue todo o quizás mejor dicho, no estuvo mal, después de dos años en el dique seco y de no haber escalado demasiado esta temporada; el reencontrarse con las sensaciones de la montaña, el sentir que el cuerpo responde y empieza a ganar confianza, ya es de por sí todo un logro. Chamonix bon amour.

Vía Bonatti/Ghigo (ED/300m/6c+(A1/6a obl))
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- “Oye, mañana dan bueno y pasado dan cambio de tiempo, nos vamos al Capucin”; esta frase me pilló un tanto por sorpresa por varios motivos: por no plantearla yo, por el lugar donde se produjo Blaitiére dessus a 1926m, la hora alrededor de las 14:00h, y por llevar todo el día pateando en el entorno de Nantillóns- Montenvers como actividad de aclimatación. No lo medité demasiado y me dejé arrastrar por ese ansia que lo inunda todo en Chamonix.

Tratar de forzar las cosas no suele dar buen resultado, pero tardé en asimilar lo que estábamos haciendo, sólo teníamos que descender corriendo unos 900m de desnivel hasta Chamonix, deshacer nuestra mochila, refrescarnos un poco en un baño público del parking, confirmar la meteo en la casa de la montaña, rehacer las mochilas y coger el teleférico de la Aiguille du Midi, cuya última salida era a las 17:30h. Quién dice que las vacaciones son para relajarse..

Pues dicho y hecho. Creo que en algún momento durante todo este trajín pensé que no nos daría tiempo (algo en mí lo deseaba), pero al menos lo habríamos intentado. Hasta la cajera del teleférico se aliaba con la cordura y en un primer momento nos dijo al llegar a su ventanilla que ya no subía ningún otro telecabina para arriba, pero al insistirle lo consultó y en unos minutos nos encontrábamos dentro de esa cabina colgante junto con otras cuatro personas. Fue durante este corto trayecto que si empecé a ser consciente de lo poco acertado de nuestra decisión.

Allí estábamos, en la cueva de hielo de la Aiguille du Midi, que más parecía una aspersor desbocado, vestidos de alpinistas dispuestos a descender por la cresta característica de acceso al Valle Blanco, atravesar parte del Glaciar du Geant, encaramarnos al Circo du Maudit y plantar nuestra tienda en la base del Grand Capucin (3838m). Vamos un lindo paseo, si no fuera por la hora, alrededor de las 18:00h, la actividad acumulada que llevábamos en las piernas, la falta de aclimatación, las dos horas y media que nos quedaban por delante y el estrés de sortear la infinidad de grietas que nos aguardaban en nuestro trayecto.
Sea como fuere, a eso de las 22:00h estábamos con la tienda montada a los pies del Capucin . Había otras dos tiendas y gente rapelando por la pared abajo; las jornadas aquí suelen ser largas.. En este momento comenzaron nuestros problemas de logística. La bombona que subimos no tenía mucha carga y nos dio para cocer unos fideos chinos (más conocidos como “Yakimuras”) y aprovechar el agua de cocción como bebida para el día siguiente, la que saborizamos con una bolsita de té a la menta y unas virutillas de azúcar con canela que recubrían las galletas de desayuno: nouvelle coucine (“no hay bebida energética o isotónica en el mercado que se precie de tan magno sabor”). Al sobre nos fuimos tarde para lo que necesitaban nuestros maltrechos y mal aclimatados cuerpos y el toque de diana fue a las 6:00h, con lo que el pequeño descanso no tuvo mucho de reparador.

El día amaneció espléndido, demasiado. En esta vertiente SE el sol pega desde primera hora y con la intensidad con la que estaba dando una buena hidratación y aclimatación son básicas. La base de la pared se encontraba muy cerca de nuestra tienda y alrededor de las 8:00h ya me encontraba con los gatos puestos. En vista que el acceso por el corredor de las Aiguillettes estaba desaconsejado por desprendimientos (si bien muchas cordadas subieron por ahí, también muchas piedras de considerables dimensiones descendieron por el mismo lugar) decidimos empatar la vía Po-éticomania, sus tres primeros largos, con la Bonatti/Ghigo. Es muy cómodo porque evitas la rimaya y dejas todo el material pesado: botas, piolets y crampones a pie de vía; pero por otro lado los largos iniciales no regalan nada y tienen su desgaste. Según Piola, estos tres primeros largos saldrían de IV, 6a y 6a. Desde luego el IV hay que hacerlo y es para frotarse los ojos cuando ves que no te deja indiferente: “¡vah! será que es el primero del día y estoy frío”. El segundo 6a, es alucinante una fisura de derecha a izquierda, sobre un granito rojo buenísimo donde entran a cañón los friends, realmente un largo excepcional, pero muy mantenido . El tercer largo no es tan mantenido, pero con una salida sobre placa bastante apretada para poder ganar la terraza característica del inicio de la Bonatti. Llegados a este punto, creo que tanto Lucas como yo nos mirábamos con cierto recelo, si estos iban a ser los largos fáciles no quiero pensar como serían los 6b+ y los 6c+ que nos esperaban por ahí arriba. Resoplábamos demasiado para el supuesto esfuerzo que deberíamos estar haciendo.

El primer largo de la Bonatti, siempre según Piola, es un V+, ¡os juro que tuve que acerar! (en otros crokis le dan de 6a+), estaba muy pulido y tiré como un bellaco del clavo que allí se encontraba, el resto del largo se deja hacer y te conduce como a un pequeño techo que no se escala sino que lo flanqueas horizontalmente hacia la izquierda hasta encontrarte con la reunión. Por cierto, todas las reuniones que hicimos se encuentran equipadas con cadena y párabolt y preparadas para rapelar. El siguiente largo más de lo mismo, un comienzo apretado (supuestamente otro V+, que sería 6a+ en otros crokis) que prosigue hacia una fisura muy mantenida de 6a con un paso de colocación para poder alcanzarla; realmente bueno pero duro.

Llegados a este punto de la película, agotada el agua bebible que nos quedaba (sólo nos restaba el preparado Yakimura a las finas hierbas), cansados de resoplar como novenogradistas en cada largo de 6a, machacados por el sol y conscientes de ese ansia traicionero que nos había llevado hasta allí, decidimos dar por terminada nuestra incursión al Grand Capucin e iniciar la retirada en busca de lugares más benévolos; pero siempre con el convencimiento, de que hay que volver a escalar esta gran vía y esta gran pared que es el Capucin.

Vía Pilar Cordier (Grands Charmoz 3445m), (MD inf/650m)

Cuando llegamos a Chamonix una de las actividades de aclimatación que teníamos previstas era la travesía Grands Charmoz- Grépon, en la vertiente NO de las agujas de Chamonix. Actividad atractiva sobre roca, que era lo más recomendable debido al estado en que se encontraban las canales de nieve y glaciares de la zona. Desde Chamonix ascendimos por la senda que conduce a los chozos de Blatière dessous y Blatière dessus, dicho itinerario se puede coger desde el parking de Les Planards o por encima del cementerio. En Blatière de arriba se encuentra una cabaña de acceso libre, situada a 1926m y en muy buen estado de conservación para pernoctar en ella. Desde aquí el acceso a la senda Plan de l'Aiguille-Montenvers es muy rápido y remontar la morrena del glaciar de Nantillons también se realiza con facilidad. Me imagino que muchos pueden pensar que lo lógico sería coger el huevo sustentado por hilos de hierro y apoquinar unos 31€ para acceder a Plan de l'Aiguille, donde pernoctaríamos en ese bonito refugio y de donde saldríamos muy temprano perfectamente descansados, aseados y alimentados. Es una opción..

Al acercarnos hacia la pared del Grands Charmoz y a pesar de ser una hora bastante temprana, observamos como se producían desprendimientos por el glaciar de Nantillóns. En vista que teníanos que subir por ese glaciar hasta bastante arriba para comenzar el cresterío y luego bajarlo, decidimos descartar la actividad y darnos un recorrido de aclimatación por la zona.

Este primer acercamiento nos sirvió para retener en la cabeza que la vertiente oeste del Grands Charmoz presentaba una aproximación bastante segura donde prácticamente no penetras en la zona de ruptura del glaciar de Nantillons, por lo que después del palo del Capucin Lucas y yo, decidimos subir a hacer el Pilar Cordier y tomar contacto con el granito chamoniardo. La vía era rapelable por lo que no tendríamos que invadir el glaciar.

La meteo obliga y nos daban dos días buenos si bien con posibilidad de tormentas a última hora del segundo día. Decidimos aprovechar y acercarnos hasta la cabaña de Blatière de arriba y escalar al día siguiente, suponiendo que nos debería dar tiempo a estar en un sitio seguro cuando empezase a descargar el cielo.

Nos levantamos temprano, alrededor de las 5:00h y creo recordar que sobre las 8:00h estábamos comenzando a escalar. El pilar es muy evidente, se observa perfectamente desde Chamonix, y el comienzo de vía no tiene pérdida. La ruta tiene dos partes bien marcadas. Los primeros 400m que terminan en unas viras características y la parte final sobre un granito rojizo bastante atractivo. Este primer segmento que viene a ser el pilar propiamente dicho, se caracteriza por una sucesión de fisuras/diedros y placas sobre granito gris, con pasos de V+ bastante mantenidos mezclados con transiciones y terreno difuso de navegación. Se encuentran bastantes clavos y tinglados a lo largo de toda la vía y hay que prestar atención a no irse excesivamente a la derecha, después del séptimo-octavo largo, y tratar de encontrar lo que Piola denomina como “ràteau de chèvre”, que es la tirada clave que da acceso a los 4 o 5 últimos largos del pilar antes de la vira.

Serían cerca de las 14:00h cuando arribamos a las viras centrales de la pared. El sol nos daba de pleno pero ya se intuían nubes amenazadoras. Seguimos por el muro superior por una sucesión de trepadas fáciles sobre un granito de mucha mejor calidad que el de la parte inferior. A medida que ascendíamos las nubes empezaron a cerrarse sobre nosotros y la visibilidad comenzó a disminuir. Cuando llevábamos unos 100m de esta segunda parte, comenzaron las primeras precipitaciones y ante la inminente descarga decidimos tomar las de Villadiego. Serían sobre las 15:00h y parecía que la tormenta se adelantaba a lo pronosticado. Lástima, la parte somital parecía depararnos una escalada más aérea y disfrutona que la anterior.

De aquí hasta pie de vía fue un sin fin de rápeles bajo la lluvia intermitente, con algún conato de granizo y algún estruendo tormentoso; si bien lo más gordo nos pilló ya sobre las estribaciones del glaciar y su morrena. Empapados llegamos a la cabaña de Blatière de arriba, donde Ricardo y Aviño nos esperaban después de haber escalado en la Aiguille de l`M. Colgamos todo el material y la ropa y nos metimos en los sacos, mientras nuestros compañeros se curraron la cena. Una típica retirada bajo tormenta chamoniarda para el curriculum, la semana iba mejorando.. Chamonix bon amour.

Vía Contamine/Labrunie/Vaucher, Gendarme rojo o 3068 de la Aiguille du Peigne (MD/400m)

De nuevo en el valle. La meteo inestable. Días buenos salpicados de tormentas así que el retorno a Chamonix toca a su fin. Tratamos de aprovechar al máximo y decidimos subir a Plan de l'Aiguille y hacer alguna vía rápida que nos permita estar por la tarde a buen recaudo pues se pronostica lluvia. El Gendarme rojo es una buena opción pues tiene un acercamiento cómodo y rápido, en una hora siguiendo el sendero que bordea el glaciar de Pélerins se accede a su base. No está de más llevarse los crampones y un piolo, pues el acceso a esta vertiente oeste de la Aiguille du Peigne requiere de contacto con nieve que a primera hora de la mañana está bastante dura.
El comienzo de la vía es muy evidente, aunque hay que tener en cuenta que el nevero se encuentra separado de la pared y se hace necesario destrepar hasta la base de la misma. Allí encontramos una cuerda fijada y que facilitaba bastante esta operación. La vía en su conjunto no es ninguna maravilla, una sucesión de fisuras estrechas y diedros característicos de la zona, salpimentado con alguna placa y una larga chimenea.

Una vez haces los dos primeros largos y la transición, el siguiente largo es un tanto difuso al encontrarte en una zona de terrazas donde podrías progresar casi por cualquier lado. La referencia a seguir es siempre el evidente gran bloque al que tenemos que dirigirnos y donde se encuentra el largo más característico de la vía una gran chimenea. Antes de alcanzarlo pasaremos por un largo de placa bastante bueno y protegido con un par de párabolts. Después de la famosa e incómoda chimenea la duda nos asalta pues no está muy claro si seguir un tanto a la derecha, por unas fisuras evidentes o ir algo hacia la izquierda y ganar unos cordinos que se vislumbraban desde abajo. Nosotros fuimos a la izquierda y luego tuvimos que hacer un largo de empalme con la otra línea. Siguiendo estas fisuras no hay pérdida, terminan en una zona de bloques situados bajo la cresta cimera. Para el descenso nos dirigimos hacia la punta más occidental, la que se encuentra a la derecha según subimos, y en cuya base encontraremos el primer rápel equipado para el descenso. Nosotros debimos realizar unos 8 rápeles hasta volver a pisar el nevero.

Como final de actividad, nos pusimos a correr para tratar de coger el teleférico de bajada a Chamonix y evitarnos una pateada con bota dura nada atractiva. A pesar del horario (debían ser sobre las 19:00h) y de que éramos conscientes que el último remonte hacia la Urbe lo habíamos perdido, nos precipitamos raudos y veloces hasta la estación de Plan d'Aiguille al observar algún telecabina en circulación. Cuando llegamos, las puertas de acceso a la estación estaban cerradas, me asomé y me hice notar hasta que uno de los trabajadores se apiadó de mí, nos abrió la entrada y pudimos bajar con los empleados y los contenedores de basura de la Aiguille du Midi, ¡¡todo un lujo sin duda..!! Por fin Chamonix se portaba con nosotros. Chamonix bon amour.

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