Tempestad de cielo azul


Pincha y verás

Escalar en Ubiña es como volver a casa por navidad, aunque en este caso haya sido en mayo. La considero como mi domicilio alpino – Uli diría su laboratorio alpino-. En esta ocasión me acerqué con Lucas (el 4/05/2013) con intención de acometer Tempestad de Cielo Azul (III/3), tratando de aprovechar los últimos coletazos de este invierno tan extraño.

Dormimos en la iglesia de Villasecino, como Dios manda, y mal que nos pese, no pudimos saludar a Angelines, otra vez será. Nos levantamos a eso de las 5:00AM, desayunamos y nos acercamos a Torrebarrio, donde se deja el coche y comienzas a patear.


Ver TORREBARRIO en un mapa más grande

El trazado de la vía es difícil de intuir desde la perspectiva de Torrebarrio, la mejor ubicación para poder descifrarla es viendo el macizo de Ubiña bajando de puerto Ventana, desde ese lado sí que se aprecia por completo la línea que describe esta sinuosa y entretenida vía.

El muro de inicio presenta unos canalizos y una laja por la que se asciende escalando en roca y con los crampones puestos. Es una corta trepada para ganar un campo de nieve que se continua hacia la derecha, se hace un pequeño destrepe por nieve y remontas nuevamente para montar la primera reunión (existe una cinta rodeando un puente de roca). Subes el campo de nieve y al cabo de unos metros, te diriges hacia la izquierda hasta la base de un muro de roca y justo antes de un corto resalte montas la segunda reunión (cordino en puente de roca). Superado el resalte avanzas inicialmente por el flanco derecho del nevero por donde puedes fijar protecciones en la roca (hielo no había) y posteriormente te diriges hacia la izquierda para ganar el comienzo de una vira que se intuye por encima de un muro de roca; aquí se monta la tercera reunión (hay roca sólida donde equipar). 
Lucas en el L1
La vira va de izquierda a derecha y había un clavo al comienzo de la misma. Se hace reunión al finalizar la misma sobre roca. El siguiente largo, el quinto, remonta un corredor oculto desde abajo y tal vez donde mejores condiciones de nieve encontramos, bastante transformada y donde se progresaba rápidamente. Se monta reunión al salir de el sobre unas rocas. Aquí creo que hicimos una variante. El croquis indicaba una travesía hacia la derecha casi horizontal para ganar unos campos de nieve y pasarse a otra vertiente y así alcanzar la base del corredor oculto de salida. En vista de que la nieve estaba muy mal en ese tramo, sin asentar, optamos por una línea que ascendía más vertical y encajonada, con mejor aspecto y que también nos permitiría ganar la otra vertiente un tanto más arriba. Así fue, tal vez el mejor largo de la vía, aunque con una sección de nieve inconsistente, justo antes de ganar el filo del resalte rocoso que ocultaba la vertiente donde se atisbaba el corredor superior de salida. Para alcanzarlo, hicimos otro largo, también sobre nieve sin asentar, pero con buenos seguros en roca y con un sencillo destrepe que nos situó en el corredor final. 
Lucas en L6
La reunión, la séptima, la hicimos sobre un muro de roca en el lado izquierdo, tratando de estar fuera de posibles desprendimientos (en el centro de la goulotte había una huella horadada sobre la nieve a modo de gran canalizo que dejaba bien a las claras que, o bien, por ahí bajó algo grande, o por el contrario, se trataba de una pista de bobsleigh). En la parte inferior del corredor da el sol y la nieve estaba peligrosa, pero una vez que llegas a la zona de sombra, la nieve estaba transformada e incluso había una corta sección con hielo. En este tramo fuimos en ensamble, justo hasta la salida a la cornisa somital al Crestón. La nieve aquí era más una mousse que algo sólido, por lo que preferí que me asegurasen, no fuera que acabase en el fondo del corredor envuelto por una espuma blanca. La manera de acceder a la cresta fue al estilo “patagónico” (salvando todas las distancias) cavar una pequeña zanja sobre la cornisa final para subirme a la cresta. Reunión sobre roca y a pensar en el descenso. Hasta aquí fueron unas seis horas y media de actividad.
En la cornisa cimera

Una parte interesante de esta vía es sin duda el descenso. En vista de las condiciones, recorrimos con cuidado la cresta del Crestón del Pasu Malu en dirección a los Fontanes. Al llegar a una brecha por la que hay que destrepar para volver a ganar la arista, en vista de lo inconsistente de la nieve, decidimos montar un rápel y bajarnos hasta el Canalón del Buey. Una vez en el, lo remontamos y alcanzamos la horcada entre el Fontán Sur y el Crestón. A partir de aquí seguimos la ruta normal de descenso hacia la vertiente leonesa. La brecha entre los Fontanes y el Prau la destrepamos con sumo cuidado y la pala del Prau la bajamos con calma porque el volumen de nieve que había era de record (la cantidad de restos de aludes así lo atestiguaba).
Los Portillines al fondo, alcanzando el final del Canalón del Buey

Advertencia: si alguien pretende seguir haciendo actividad invernal por esos lares, ojo a los horarios; salir muy temprano y regresar también muy temprano. En cuanto suben las temperaturas se cae todo, y hay mucha nieve aun por caerse.
Artículo Anterior Artículo Siguiente