Ya hacía tiempo que había
escuchado que el mejor granito del Pirineo se encuentra en la Maladeta y más
concretamente en la vertiente sur del Pico Abadías (3279m); así que hacia allí
nos encaminamos Aviño y yo.
¿Cómo llegar a la vertiente sur
de la Maladeta? Desde mi punto de vista el recorrido más agradecido es subir
por Ballibierna hasta el refugio del puente de Coronas. Importante informarse
del horario de autobuses que suben hasta allí, de lo contrario te puedes comer
unos 9 Km de pista realmente insufribles si vas cargado con el material de
escalada y de vivac. Una vez allí, seguir la ruta que se dirige a los ibones de
Coronas y al alcanzar el ibón medio dirigirse al collado de Cregueña (cairns).
Desde este collado ya se atisba la magnífica pared sur del pico Abadías. Desde
allí, nosotros descendimos hacia el lago de Cregüeña, más concretamente hacia
una enorme losa de granito que deja debajo suya un espacio bastante interesante
para realizar un vivac.
Para el descenso a la civilización
yo recomiendo seguir el valle de Cregüeña hasta alcanzar el puente de Cregüeña
y de ahí, cómodamente llegar a la zona de acampada de Plan de Senarta, donde
habíamos dejado el coche. Este descenso tiene zonas bastante descompuestas que
no harían muy agradable ascender cargados por el hacia las Maladetas; pero nos
permite completar una actividad circular de lo más interesante.
Esta vertiente de la Maladeta es
realmente muy salvaje. Se ven neveros que perduran todo el verano, cordales
graníticos que recuerdan territorios alpinos y el lago de Cregueña que le da un
ambiente y un encanto especial a todo este valle. Posteriormente, me enteré que
se trata del lago natural más grande del Pirineo y creo que el segundo de la
Península.
Pues bien, una vez alojados en
nuestra covacha, a cenar, a contemplar el lago y los cambios de tonalidades que
va experimentando a medida que se retira el sol, a preparar el material de
escalada para el día siguiente y al saco a descansar y disfrutar de una noche
en el corazón del Pirineo.
No madrugamos demasiado. Por la
mañana tarda en dar el sol y hace fresco. Salimos del saco al escuchar unos
gritos de dos elementos que llegaron por el collado de Cregüeña. Eran David y
Lorenzo que al decirles que íbamos a estar por la zona se acercaron a escalar
con nosotros. Se dieron un buen madrugón para coger el autobús que sale de
Benasque a las cinco de la mañana y que te lleva al puente de Coronas.
La sur del Abadías es una
vertiente sur rara, poco convencional. Para ser una sur tiene un nevero
permanente en su base que hace complicado acceder al comienzo de las vías.
Además, para ser una sur, tarda en dar el sol y hace un “rasque” del demonio;
vamos una Sur con personalidad.
Al final entre que si tengo frío,
que si la roca está fría y unas cuantas historias y risas no empezamos a
escalar hasta alrededor de las 11:00h.
El comienzo de la vía es muy
evidente. Una fisura tumbada y pulida salva un gran bloque característico por
su derecha. Esta zona inferior presenta un granito tremendamente pulido,
supongo que por la acción erosiva del hielo sobre el mismo. De hecho tiene un
paso de adherencia un tanto incómodo de 6a+, que cuesta resolver.
De los siguientes largos
destacaría: el inicio del segundo, donde tienes que sortear un bloque algo
fracturado y que no da muy buen feeling; pero se trataría de la excepción de la
vía, el resto de largos siempre sobre un buen granito; el cuarto largo, es el
menos evidente de la ruta. Sales de una reunión de fortuna que montas sobre
friends y fisureros y justo por encima tienes dos diedros perfectos que te
incitan a meterte por ellos, Hay que ir atentos porque en cuanto enfilas el
diedro de la izquierda puedes ver un bloque repisa aún más a la izquierda y
donde hay un tinglado para hacer reunión o para rapelar. No es necesario hacer
reunión, si sigues y remontas un diedro muy disfrutón que se encuentra a su
lado, se llega cómodamente a una repisa donde se hace el siguiente relevo; el
sexto largo, para mi, el mejor de la vía. Muy mantenido y de buscarse bastante
la vida para auto-protegerse. A tope de cuerda (60m) y subiéndose algo el
compañero, se llega a la reunión que se encuentra justo debajo de la “gárgola”.
Mención aparte merece esa piedra
que sobresale de la pared dos o tres metros y que por arte de birle birloque se
mantiene en horizontal al suelo; le llaman la “gárgola” y sólo por la
curiosidad de alcanzarla merece la pena hacer esta vía. Una vez encima de ella
da la impresión de estar en un trampolín, o mejor dicho, en una plataforma de
salto. Desde ella se aprecia perfectamente lo separada que está de la pared y
lo que ésta desploma, me imagino que sería una lanzadera perfecta para hacer
salto base si la pared tuviera algo más de altura.
El descenso se hace por rápeles
de la misma vía excepto el primero. Para encontrarlo se rodea hacia la derecha
y por unas gradas evidentes ganas la cresta que baja de la cumbre hacia el sur.
No está muy arriba en la cresta. Cuidado con este primer rápel, hay que guiar
bien las cuerdas para evitar que al recogerlas se enganche en un saliente a
modo de cuerno que parece estar puesto allí para dar la lata. Son cinco rápeles
de bajada, aunque con cuatro te quedarías muy cerca del suelo.
Después de los rápeles toca
recoger el vivac y para abajo. A pesar de que chispeó algo durante el descenso
y de que llegamos a Plan de Senarta bastante tarde, e de decir que el valle de
Cregüeña me pareció impresionante, al igual que este paredón de granito medio
escondido en la cresta Maladeta-Aneto. Un sitio para regresar ya sea a patear o
a escalar.