Hola, soy el inflamado tendón rotuliano de Manu. También me llaman tendón patelar, ligamento rotuliano o ligamento patelar. Soy la continuación
del tendón del cuadriceps femoral por debajo de la rótula.
Me inserto por un lado en la rótula (inserción proximal) y por otro en la tibia (inserción distal),
concretamente en la tuberosidad tibial. Participo junto con el tendón del
cuadriceps en el movimiento de la rodilla y hago posible la extensión
de la pierna cuando se contrae el músculo cuadriceps. “Vamos que soy guay y
poderoso”.
Sin mí no se puede jugar un partido de fútbol o
pegar un buen brinco para subirse a una roca, ni por supuesto bajarse de ella.
Sin mí olvídate de andar en bici o de correr por el monte. Sin mí no podrás
“jastar pista” aunque inviten a una gaseosa. Pues eso, “que me río de la tan
traída rodilla y de su famoso menisco”.
No soy un tendón cualquiera. Formo parte de la
rodilla de Manu, un escalador: “aunque a él le gusta pensar que es un alpinista”.
Este tío está un poco majara. Se pasa el tiempo dándome mala vida. Se dedica a
subir y a bajar por terrenos irregulares que provocan sobreesfuerzos
continuados en la rodilla y por si fuera poco, generalmente se carga de peso
para fastidiar todavía más. Tiene la rara costumbre de ponerse unos pinchos
metálicos en los pies para dar patadas sobre el agua helada, como si esos
impactos a mí me gustasen lo más mínimo: “no me quiere nada”. Afortunadamente
hace tiempo que dejó de jugar al fútbol: “era bastante malo”.
A pesar de todas sus rarezas yo siempre me he
portado bien con él, hasta que un buen día aconteció algo inesperado y que me
causó el mayor trauma de mi vida. Para divertirse no se le ocurrió mejor manera
de pasar un fin de semana que irse al Pirineo un viernes a la tarde, levantarse
a las 2 AM del sábado en Pont d’Espagne (1500m), ascender la cara norte de la
punta Chausenque (3204m), en el macizo del Vignemale, por la vía Arlaud-Souriac
y volver al punto de partida. Más de 4000m de desnivel acumulado, con pinchos
en las botas y peso en la espalda. Estaba claro que algo tenía que pasar y
pasó. Lo que sigo sin entender a día de hoy, es que encontrase a alguien con
quien llevar a cabo dicha idea: “menuda mierda de plan”, pues así fue, un loco
como él, un tal Lucas, “algunas le llaman Luquitas”. Lo que sí es comprensible
es que al final del recorrido, faltaría una hora para alcanzar el punto de
salida, a este cuarentón le debió vencer el cansancio y no fue capaz de evitar
una simple hendidura en el terreno lo que se tradujo en una caída y torcedura
de la rodilla: “el muy capullo casi me revienta”.
Pues desde ese fatídico día, el 11/05/2013, sigo
sin rehabilitarme. Esta es la historia de un tendón rotuliano cuya recuperación
es incierta, pero que quiero compartir con vosotros.